COMENTARIO DE TEXTO
Hola, mis adorados alumnos
En esta entrada vamos a comentar un texto sobre un debate que ocurrió en el Congreso de los Diputados.
La disputa se centraba en la penalización del acoso a las mujeres que abortan, cuando el parlamentario de Vox, Javier Sánchez García, llamó "bruja" a Laura Berja, la diputada socialista que estaba en ese momento en el uso de la palabra.
Cierto que los gañanes cada vez son menos, creo, pero también que están
envalentonados y hacen más ruido
Hay un subtipo
de señores de todas las siglas y edades para quienes, menos sus madres,
hermanas, esposas e hijas, que son sagradas, el resto de mujeres son
sospechosas por el hecho de no haber nacido con testículos. Muchos, casi todos,
van de incógnito y, si no se les provoca, que dirían ellos, se muestran
respetuosos, igualitarios, coleguitas, incluso, con las señoras. Pero, en
cuanto una saca los pies del tiesto, de su tiesto de ellos, la ponen en su
sitio desde su superioridad cromosómica, a ver quién cojones se ha creído que
es la tía esa. Es entonces cuando se retratan en toda su misoginia. Si se
muestran firmes en sus convicciones, las llaman mal folladas. Si aluden a su
sexualidad, putas. Y si van con prisas sacan el comodín del machista y las
tachan de brujas, que lo tiene todo. Cierto que los gañanes cada vez son menos,
creo, pero también que están envalentonados y hacen más ruido.
El martes, el
diputado de Vox José María Sánchez, juez para más inri, llamó bruja a la
diputada socialista Laura Berja, que estaba defendiendo en la tribuna el
derecho de las mujeres a abortar sin ser acosadas. El posterior numerito de Sánchez al ser apercibido por la
presidencia me interesa menos que la airada reacción de su
compañera de filas, Macarena
Olona, acusando a la prensa de no arroparla cuando a ella la
llamaron fascista en el mismo sitio. No, señora Olona. Llamar bruja a una mujer
en el Congreso no es igual que llamarla fascista, siendo ello censurable si no
es cierto, y siendo quien sea quien suelte el esputo y lo reciba. Llamando a
una mujer bruja se la deshumaniza y se resucita el fantasma de la hoguera. A un
señor no se le llama brujo. Ni puto ni mal follado, por cierto. Pero esa es
otra columna. Porque, a todo esto, mientras unas van de víctimas, la falta de ginecólogos no objetores en hospitales públicos obliga
a demasiadas a ir a centros privados a ejercer un derecho legal y soportar el
juicio ajeno en la puerta. Ese es el escándalo. Ellas, las víctimas.
Agradezco al profesor Alejandro Aguilar la recomendación de este texto.
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