lunes, 4 de marzo de 2019

TEXTOS LITERARIOS MEDIEVALES. PREPARANDO EL EXAMEN.

PREPARANDO EL EXAMEN
LA LITERATURA MEDIEVAL NO VA TAN MAL



Con motivo del próximo examen de LITERATURA MEDIEVAL, os paso una serie de textos que nos van a ayudar en nuestra preparación del temible EXAMEN.

¿Cuáles serán las preguntas que pueden incluirse en cualquier COMENTARIO LITERARIO?

A) Localización del fragmento
B) Intención comunicativa
C) Estructura u organización de las ideas
D) Análisis métrico
E) Características lingüísticas y literarias



  • Cantar de Mio Cid

Texto 1

Lo invitarían con agrado, pero ninguno lo osaba 
el rey don Alfonso tenía muy gran saña; 
antes de la noche entró en Burgos su carta, 
en gran recaudo y debidamente sellada: 
que a mío Cid Ruy Díaz, que no le diese nadie posada, 
y aquel que se la diese supiese, por su palabra, 
que perdería sus bienes, más los ojos de la cara, 
y aun además los cuerpos y las almas. 
Gran pesar tenían las gentes cristianas: 
se esconden de mío Cid, no osan decirle nada. 
El Campeador se encaminó a su posada; 
cuando llegó a la puerta la encontró bien cerrada, 
por miedo del rey Alfonso así la prepararan: 
que si no la quebrantase a la fuerza, no se la abriesen por nada. 

Texto 2

Los guerreros de Mío Cid dicen a voces que abran, 
pero están dentro con miedo, y no responden palabra. 
Aguijó el Cid su caballo y a la puerta se acercaba; 
el pie sacó del estribo y la puerta golpeaba. 
Nadie la pudo abrir, que estaba muy bien cerrada. 
Una niña de nueve años se acercó y así le hablaba: 
«¡Oh Campeador, que en buena hora ceñiste la espada! 
Abriros lo prohíbe el rey, anoche llegó su carta 
con advertencias muy graves, con lacre real sellada: 
bajo ninguna razón podremos daros posada; 
nos quitarán, si lo hacemos, nuestros bienes y las casas, 
e incluso nos sacarán los ojos de nuestras caras. 
Si nos causáis este daño, oh Cid, no ganaréis nada. 
Mejor que os ayude Dios con toda su gracia santa». 
Y cuando acabó de hablar, la niña tornó a su casa. 
Comprende el Cid que es del rey de quien ya no tiene gracia.
Y se alejó de la puerta, por Burgos veloz pasaba; 
y llegó a Santa María: allí del caballo baja, 
allí se hincó de rodillas, y emocionado rezaba. 
Terminada su oración, el Cid de nuevo cabalga.

Texto 3

Estaba el Cid con los suyos en Valencia la mayor 
y con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión. 
Acostado en un escaño dormía el Campeador, 
ahora veréis qué sorpresa mala les aconteció. 
De su jaula se ha escapado, y andaba suelto el león, 
al saberlo por la corte un gran espanto cundió. 
Embrazan sus mantos las gentes del Campeador 
y rodean el escaño protegiendo a su señor. 
Pero Fernando González, el infante de Carrión, 
no encuentra dónde meterse, todo cerrado lo halló, 
metióse bajo el escaño, tan grande era su terror. 
El otro, Diego González, por la puerta se escapó 
gritando con grandes: "No volveré a ver Carrión." 
Detrás de una gruesa viga metióse con gran pavor 
y, de allí túnica y manto todos sucios los sacó. 
Estando en esto despierta el que en buen hora nació 
y ve cercado el escaño suyo por tanto varón. 
"¿Qué es esto, decid, mesnadas? ¿Qué hacéis aquí alrededor?" 
"Un gran susto nos ha dado, señor honrado, el león." 
Se incorpora Mío Cid y presto se levantó, 
y sin quitarse ni el manto se dirige hacia el león: 
la fiera cuando le ve mucho se atemorizó, 
baja ante el Cid la cabeza, por tierra la cara hincó. 
El Campeador entonces por el cuello le cogió, 
como quien lleva un caballo en la jaula lo metió. 
Maravilláronse todos de aquel caso del león 
y el grupo de caballeros a la corte se volvió. 
Mío Cid por sus yernos pregunta y no los halló, 
aunque los está llamando no responde ni una voz. 
Cuando al fin los encontraron, el rostro traen sin color 
tanta broma y tanta risa nunca en la corte se vio, 
tuvo que imponer silencio Mío Cid Campeador. 
Avergonzados estaban los infantes de Carrión, 
gran pesadumbre tenían de aquello que les pasó.

  • Milagros de Nuestra Señora, Gonzalo de Berceo


Texto 4

"El labrador avaro"

Había en una tierra un hombre labrador
que usaba el arado más que otra labor;
él amaba a la tierra más que al Creador,
era de muchos modos un hombre enredador.
Hacía una vileza –sucieja en verdad-,
cambiaba los mojones para ampliar su heredad;
hacía toda clase de agravio y falsedad:
tenía mala fama entre su vecindad.
Aunque malo, quería bien a Santa María,
oía sus milagros y bien los acogía,
saludábala siempre, decíale cada día:
“Ave gracia plena que pariste al Mesías”.
Murió el arrastrapajas, de tierra bien cargado;
en cuerda de diablos fue luego cautivado;
lo arrastraban con sogas, de coces bien sobado,
le hacían pagar el doble del pan que dio mudado.
Doliéronse los ángeles de esta alma mezquina,
porque se lo llevaba el diablo con inquina,
quisieron socorrerla, ganarla por vecina,
mas para hacer tal pasta faltábales harina.
Si le decían los ángeles de bien una razón
ciento decían los otros, malas de perdición.
Los malos a los buenos tenían en un rincón,
el alma, por sus culpas, no salía de prisión.
Levantándose un ángel, dijo: “Yo soy testigo,
verdad es, no mentira esto que os digo:
el cuerpo que llevó esta alma consigo
fue de Santa María su vasallo y amigo.
Siempre la mencionaba al comer y a la cena,
decía tres palabras: Ave gratia plena
boca de donde sale tan santa cantilena,
no merece yacer en tan mala cadena”.
En cuanto de este nombre de la Santa Reïna,                          
oyeron los diablos, escapáronseaína
derramáronse todos como una neblina,
desampararon todos a esta alma mezquina.
Los ángeles que la vieron quedar abandonada,
de manos y de pies con sogas bien atada,
estando como oveja que yace enzarzada,
fueron y la llevaron dentro de su majada.

Texto 5

"El clérigo ignorante"

Era  un simple clérigo  pobre en sabiduría,
su misa a Santa María decía cada día,
no sabía decir otra, siempre la repetía,
más la sabía por uso que por sabiduría.
Fue el misacantano al obispo acusado
de que era idiota y mal clérigo probado:
“Salve Sancta Parens” sólo tenía usado,
no sabía otra misa el torpe embargado.
Fue duramente movido el obispo a saña.
dijo: “Nunca de prete alguno oí tal hazaña”.
Mandó: “Decid al hijo de tan mala entraña
que venga ante mí y no se ande con mañas”.
Vino ante el obispo el preste pecador,
tenía por el gran miedo perdida la color.
No podía de vergüenza mirar a su señor,
nunca estuvo el mezquino en condición peor.
Díjole el obispo: “Preste, dime la verdad,
si es tal como dicen la tu necedad.”
Díjole el buen hombre: “Señor, por caridad,
si dijese que no, diría falsedad”.
Díjole el obispo:” Cuando no tiene ciencia
para cantar otra misa, ni tiene sentido ni potencia,
Te prohíbo que oficies, lo pongo por sentencia:
vive como mereces con otras ocurrencias”.
Hizo el preste su vía triste y desairado,
no sabía qué hacer de tan avergonzado,
recurrió a la Gloriosa lloroso y desolado,
que le diera un consejo porque estaba aterrado
La madre Gloriosa, madre sin lesión,
Apareciósele al obispo luego en visión.
Díjole fuertes dichos, un pequeño sermón,
Descubriole con ello todo su corazón.
Díjole bravamente: “Don obispo lozano
contra mí, ¿por qué has estado tan fuerte y tan villano?
Yo nunca te falté ni por valor de un grano
y tú me has faltado a mí de un capellano.
El que cantaba mi misa sin perder ningún día,
tú dijiste que erraba, de hereje lo ponías:
lo juzgaste por bestia, de mollera vacía,
le quitaste la orden de la capellanía.
Si tú no le mandares decir la misa mía
como solía decirla, muy gran querella habría:
y tú serás finado el trigésimo día.
¡Entonces verás qué vale la saña de María!
Quedó con  amenazas el obispo espantado,
mandó buscar deprisa a aquel preste vedado,
rogole perdonase lo que había pasado,
porque en su asunto fue cruelmente engañado.
Mandolo que cantase como solía cantar,
fuese de la Gloriosa el siervo de su altar
y si algo le faltase para vestir o calzar
que a él se lo pidiese que lo habría de dar.
Tornó el hombre bueno en su capellanía
sirvió a la Gloriosa,  madre Santa María;
murió en su oficio, un fin que yo querría
y fue el alma a la gloria a la dulz cofradía.
No podríamos nos tanto  escribir ni rezar,
aun cuando bien pudiésemos  muchos años durar;
tantos son los milagros que podríamos contar
los que por la Gloriosa  se quiso Dios mostrar.

  • Libro de Buen Amor, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita

Texto 6

Ay, Dios, cuán hermosa viene doña Endrina por la plaza! 
¡Ay, qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garza! 
¡Qué cabellos, qué boquita, qué color, qué buenandanza! 
Con saetas de amor hiere cuando los sus ojos alza. 

Pero tal lugar no era para conversar de amores; 
acometiéronme luego muchos miedos y temblores, 
los mis pies y las mis manos no eran de sí señores, 
perdí seso, perdí fuerza, mudáronse mis colores. 

Unas palabras tenía pensadas para le decir, 
la vergüenza ante la gente otras me hace proferir; 
apenas era yo mismo, sin saber por dónde ir; 
mis dichos y mis ideas no conseguían seguir. 

Hablar con mujer en plaza es cosa muy descubierta 
y, a veces, mal perro atado está tras la puerta abierta; 
es bueno disimular, echar alguna cubierta, 
pues sólo en lugar seguro se puede hablar cosa cierta. 

-"Señora, la mi sobrina, la que en Toledo vivía 
a vos se encomienda mucho, mil saludos os envía; 
si hubiese lugar y tiempo, por cuanto de vos oía, 
tendría placer en veros y conoceros querría. 

"Deseaban mis parientes casarme en esta sazón 
con una doncella rica, hija de don Pepión; 
a todos di por respuesta que no la querría, no. 
¡Mi cuerpo será de aquella que tiene mi corazón!" 

Luego, hablando en voz baja, dije que disimulaba 
porque toda aquella gente de la plaza nos miraba; 
cuando vi que se marchaban y que ya nadie quedaba 
comencé a decir la queja de amor que me lastimaba.

Texto 7

"Cómo murió Trotaconventos" 

¡Ay muerte! ¡Muerta seas, bien muerta y malandante! 
¡Matásteme a mi vieja! ¡Matárasme a mí antes! 
Enemiga del mundo, no tienes semejante: 
de tu memoria amarga nadie hay que no se espante. 

Al que hieres tú, Muerte, nadie lo salvará, 
humilde, bueno, malo, noble, no escapará; 
a todos te los llevas, diferencia no habrá, 
tanto el Rey como el Papa ni chica nuez valdrá; 

no respetas parientes, señorío, amistad; 
con todo el mundo tienes continua enemistad, 
no existe en ti el amor, clemencia, ni piedad, 
sino dolor, tristeza, mucha pena y crueldad. 

Jamás nadie de ti se ha podido esconder 
y ninguno ha podido contigo contender, 
la tu venida triste no se puede entender; 
cuando llegas, no quieres a ninguno atender. 

Dejas el cuerpo yerto a gusanos en huesa, 
el alma la separas del cuerpo con gran priesa, 
no está el hombre seguro de tu carrera aviesa, 
de hablar sobre ti, muerte, espanto me atraviesa; 

eres de tal manera del mundo aborrecida 
que, por bien que lo quieran al hombre, aquí, en la vida, 
al punto que tú llegas con tu mala venida, 
todos huyen de él luego, como de res podrida; 

aquellos que gustaban en vida su compaña 
aborrécenlo muerto, como a una cosa extraña, 
sus parientes y amigos, todos le tienen saña, 
todos huyen de él, como si fuese araña; 

señores, no queráis ser amigos del cuervo: 
temed sus amenazas y no cumpláis su ruego. 
El bien que hacer pudiereis hacedlo luego, luego, 
que moriréis mañana, pues la vida es un juego.

  • Laberinto de Fortuna, Juan de Mena
Texto 8

¿Pues cómo, Fortuna, regir todas cosas 
con ley absoluta, sin orden, te plaze? 
¡Tú non farías lo qu'el çielo faze, 
e fazen los tiempos, las plantas e rosas! 
O muestra tus obras ser siempre dañosas, 
o prósperas, buenas, durables, eternas: 
non nos fatigues con vezes alternas, 
alegres agora e agora enojosas.

  • Coplas a la muerte de su padre, Jorge Manrique

Texto 9

"Copla I"
Recuerde el alma dormida;
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer
cómo después de acordado
da dolor;
cómo a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor. 

Texto 10

"Copla III"

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en el mar, que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar y consumir;
allí, los ríos caudales,
allí los otros medianos,
y más chicos;
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

Texto 11

"Copla V"



Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar;
partimos cuando nacemos,
andamos mientra vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.

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